EL PODER DE OROGOM

EL PODER DE OROGOM



CAPITULO, I Montañas del terror

Enfrentarse a una orda de goblins que te triplican en número y lucen orgullosos entre sus filas unas dos docenas de trolls. Es algo muy ocasional que hay que aprovechar.
Si caes en el campo asegúrate de al menos liquidar antes a diez enemigos o un Troll, para morir con honor y si no caes ojala no sea por haber huido y que al final de la batalla tu espada este tan limpia como cuando salió de la forja.
Al norte las montañas del terror se alzan como una muralla infranqueable, arboles bajos con hojas resecas crecían alrededor y en sus laderas, muy pocos habían logrado subir a la sima de alguna de estas montañas para ver bajo sus pies el extenso desierto de Gorod extendiéndose hasta el horizonte ¿Por qué? No por que fueran muy altas o empinadas, sino porque sus laderas estaban perforadas por millares de cavernas llenas a topo de apestosos Goblins.
Nosotros lo Tradiun, enanos guerreros, honorables y respetables aun nos negamos a creer que los goblins sean nuestros hermanos de raza y los Orkos y Trolls sean nuestros sobrinos.
Ese memorable día, después de vernos obligados a ceder terreno durante casi dos semanas seguidas de lucha continua, creímos ver nuestro final encarnado en goblins y trolls.
Con nosotros, no más de una treintena de Tradiums, solo quedaban seis valientes hombres y un mago llamado Araur.
Yo cargue mi ballesta de guerra y me puse en posición de tiro, al frente venían unos cincuenta goblins protegidos con corazas de cuero y armados con escudos de madera y porras con espinas, posiblemente untadas con excrementos o carne podrida.
Detrás de ellos otros veinte mas dotados de hondas y saco de piedras y al fondo mesclados en desorden casi cien goblins más con veintitrés trolls y media docena de Orkos a los que creíamos los lideres.
Por nuestro lado solo formábamos una fila de ballesteros y al lado teníamos nuestras armas de lucha cuerpo a cuerpo. Detrás de nosotros el anciano mago conjuraba un escudo mágico para protegernos de las piedras de los goblins.
Apunte al feo rostro de un Troll, y cuando Takocs el líder dio la orden apreté la palanca. Treinta y seis ballestas dispararon a la vez y el resultado fue agradable, cuatro trolls entre esos el mío cayeron junto con una docena de los goblins de la primera fila. Los enemigos aceleraron el paso pero nosotros tuvimos el tiempo suficiente para cargar y dar una segunda descarga derribando ahora un buen número de honderos que se disponían a atacar.
Tiramos las ballestas y tomamos nuestras otras armas, los honderos dispararon ahora si mucho eran unos quince, utilizamos nuestros escudos aunque el escudo mágico de Araur detuvo casi todos los proyectiles aun así un enano y un hombre fueron heridos.
Con un grito de guerra nos lanzamos al frente dejando atrás solo al mago los dos heridos y los cinco mejores ballesteros.
Yo llevaba en la mano derecha una afilada darbiche (hacha de doble hoja), en la izquierda un malparado escudo un poco achatado y al cinto un hermoso puñal con cacha de plata labrada,
Por último tenía una maltrecha cota de malla que me protegía el pecho y los muslos.
Al frente iba Takocs, nuestro líder, un honorable tradium que avía pasado años sin ir a la ciudad por estar al frente.
Vestido con una hermosa cota de malla ensangrentada, botas y guantes de cuero negro y enchuspado en un yelmo de Mitrill (acero hechizado de dureza insuperable) con una máscara demoniaca y coronado con plumas de buitre.
Alzando con ambas manos un pesado doblemano y con el carcaj a la espalda, este era nuestro líder el azote de los goblins.
Pronto ambos ejércitos se mesclaron con un estruendo de metales y gritos de guerra y de dolor.
Bolee mi darbiche con ferocidad mientras paraba porrazos con mi escudo, a mi derecha uno de los humanos, alto esbelto y de rostro hermoso, con la mirada fría del buen guerrero, armado con una espada larga y un escudo espinoso hacia maravillas. Pronto se nos vino un Troll blandiendo su gran bolillo y luciendo un collar con tres cráneos humanos. Todo fue muy rápido yo le di con la darbiche en una pierna y mi compañero humano dio un salto y le atravesó el corazón con su espada. El pesado monstruo callo hacia atrás estriando dos desafortunados goblins.
Los enemigos empezaron a rodearnos, los Orkos atacaron con lancetas y acabaron con cuatro colegas todos enanos.
Takocs estaba ya rodeado pero él con su doblemano mutilaba y mataba goblins por montones. Una lanceta choco contra su yelmo y una vez mas el duro Mitrill le salvo la vida.
Vi una docena de goblins y cuatro trolls lanzarse contra el mago y los suyos pero no me preocupe, Araur tenía muy buenos trucos.
Mi colega humano derribo otro Troll pero este le aserto un porrazo en una pierna quebrándosela de inmediato. Sin dudarlo un montón de goblins se le fueron enzima para rematarlo, lleno de odio me lance en su ayuda.
El hombre arrodillado blandía su espada llorando de dolor y rabia, todo aquel que se acercaba lo suficiente caía herido por su espada.
Darbiche en mano derribe a los asquerosos goblins que me miraban con sus enormes ojos amarillos o rojizos, no sé si con miedo o con odio, tal vez con ambos.
Oí una explosión y sonreí pues eso indicaba que Araur había iniciado la ofensiva, un orko bien armado se me vino encima, pero una saeta de ballesta lo intercepto en el pecho.
Poco a poco fuimos acabando a los enemigos y unas dos horas después oímos la orden de retirada, dada por uno de los últimos tres Orkos, no mas de quince goblins y solo dos trolls huyeron junto a sus líderes Orkos y tras ellos siete enanos y dos hombres los acosaron en su escape, el resto nos quedamos, por fin una victoria y esta vez definitiva para esa asquerosa orda con la que aviamos luchado tantas beses.
El mago y seis enanos entre esos yo reunimos a los heridos, solo ocho dos de los cuales eran humanos y uno de estos el que yo había defendido durante la última hora de lucha.
Nuestras bajas avían sido grabes, pero no tanto como imaginábamos solo nueve bajas, poco en realidad comparado con las perdidas del enemigo.
Lumek, enano Tradium


CAPITULO, II La tribu del bosque
Desde niño me crie en el bosque, vagabundeando con mi familia y los otros integrantes de la tribu, viviendo de la recolección y la casería. Siempre con la paz como compañera de vida.
Acá en el bosque serrado pocas noticias nos llegan del agitado mundo exterior. De las violentas guerras contra goblins y sus descendientes.
Uno que otro forastero que nos encontramos, nos cuenta cosas de lo que ha visto oído y vivido. Siempre cosas atroces: terribles masacres, ciudades quemadas, reyes asesinados, etc. etc.
Por eso amamos nuestro bosque a don de aun no a llegado la guerra.
-hay que ir al frente- nos dijo una vez un hombre extranjero –no os podéis quedaros aquí escondidos, el enemigo avanza rápido, allá al norte hay gente luchando, resistiendo al empuje del enemigo. Si entran en Tulmek, si cruzan la cordillera del norte terminaran por arrasar todas las ciudades y poblados, mientras ustedes aquí, esperando a que el enemigo venga a buscarlos, porque no dudéis de que lo harán, cuando nuestros colegas mueran en el campo entraran como una orda y bosque serrado ya no será seguro como antes. Goblins, Trolls, Orkos lo invadirán y os desencuevaran de donde sea. Es mejor luchar ahora que hay esperanzas, pero si se demoran luego no abra más opción de escape que el mar, huir al mar en busca de nuevas tierras si es que nos queda tiempo-
Esa era la filosofía de mucha gente, se lanzaban al norte a luchar contra el enemigo, pero nosotros confiábamos en nuestro bosque y no lo abandonábamos, nos juzgaron de cobardes de inconscientes de egoístas pero nosotros somos gente de paz y decidimos seguir viviendo bien hasta que fuera imposible. No nos sentimos mal por los que mueren, pues nosotros no les hemos pedido que nos defiendan.
Por esta decisión me crie en la paz del bosque, aprendiendo y perfeccionando el manejo del arco y el arte de la casería, a vivir en y de el bosque con la menos cantidad posible de objetos.
Solo una vez se nos metió la guerra en el bosque, pero aun has fue desastroso, lo mas raro es que no fueron goblins ni Orkos o trolls los que nos atacaros como hubiéramos pensado, fueron humanos magos, llamados Oscuros.
Los vimos acercarse tranquilamente, eran seis. Todos vestían túnicas de piel de lobo gris con capucha, en las partes donde no avía túnica brillaba la cota de malla, calzaban botas de cuero negro y llevaban anchos cinturones llenos de bolsillos.
No iban muy armados tres de ellos portaban solo arcos y carcaj con bastantes flechas.
Otro llevaba una boleadora con dos bolas espinosas y los últimos dos tenían los cinturones llenos de dagas.
Nosotros nos camuflamos en el bosque con los arcos preparados, solo mi padre y los otros dos líderes del clan con cuatro escoltas se dejaron ver.
Los oscuro se detuvieron, murmuraron unas palabras en un extraño idioma y finalmente el de la boleadora avanzo con paso firme hasta donde los nuestros, como saludo se bajo la capucha dejando al descubierto su rostro.
Su piel era muy blanca, realmente pálido. Un pelo negro y muy liso le caía hasta los hombros, tenía cejas rectas y delgadas todo esto fusionado con una expresión de desprecio y superioridad nada agradables.
-¿quienes son y que quieren?- pregunto mi padre con tono amable en idioma Tulmegiv. El oscuro se quedo mirándolo con desprecio y luego respondió.
-araurtabal sila atal llamir caba- era un idioma desconocido para todos nosotros.
Mi padre iba a responder cuando el oscuro, muy veloz le dio un golpe en la cabeza con su mano enguantada. Hubo un destello de luz mágica y mi padre callo entre convulsiones.
Reaccionaron rápido y los dos de las dagas lanzaron rayos por sus manos, cada uno derribo a uno de los nuestros. Los otros cargaron sus arcos.
Todos nosotros respondimos con certeras flechas, la mía se pulverizo a pocos centímetros de la cabeza del líder y aunque a todos les avían disparado flechas solo uno callo con siete flechas en la cabeza, el resto tenían protección mágica.
Dos flechas encantadas alcanzaron a un compañero que exploto en una llamarada que incendio barias ramas cercanas, una bola de fuego cruzo el bosque armando un verdadero infierno de llamas.
Nuestras flechas no les hacían ni el más mínimo rasguño, todas se pulverizaban o desviaban antes de alcanzarlos.
Mi hermano mayor uno de los mejores cazadores de la tribu, salto desde la rama de un árbol cayendo entre los dos arqueros enemigos, su puñal degolló al primero con un violento golpe, salto a un lado evitando un mortífero rayo, el otro arquero se defendió dando palazos con su arco, pero mi hermano era muy ágil y le tomo el arma con una mano mientras con la otra le hundía el puñal en el corazón.
Con un grito de guerra nos lanzamos el resto al ataque, el de la boleadora lanzo una descomunal bola de fuego que se llevo consigo a otros cuatro colegas.
Uno de los de dagas ataco a mi hermano y su daga bolo derecho hasta su espalda derribándolo entre gritos de dolor, lleno de ira desenvaine mi puñal y me le fui enzima, el mas ágil de lo que pensaba saco dos dagas mas y me recibió, las tres armas encontraron carne, rodamos por el suelo revolcándonos entre hojarasca y sangre, en cuando retome el control le saque mi puñal y con un rápido giro lo degollé como si no fuera mas que un sainó.
Cuando me levante adolorido por las dos dagas que aún tenía clavadas: una junto a la clavícula y la otra en el estomago, descubrí que ya solo quedaba el líder, rodeado por los nuestros que lo acosaban con flechas y pequeñas armas de mano.
Mi hermano seguía tirado en el suelo con la daga clavada en la espalda, corrí asta en después de arrancarme las dagas y lo despoje a al de la terrible arma, la cual botaba destellos luminosos, con esa misma remate a otro oscuro que se revolcaba agonizante.
De un momento a otro el último oscuro desapareció y reapareció a unos treinta metros fuera del cerco que la avían hecho nuestros colegas con gran rapidez.
Mi padre murió junto a otros ocho de la tribu, mi hermano y yo logramos curar nuestras heridas, pero nuestra tribu quedo destrozada, con heridas mucho más difíciles de curar.
Era terrible que esos malditos oscuros nos hubieran hecho tanto daño y solo por el capricho de demostrar su superioridad.
Matterlid, humano cazador


CAPITULO, III Los hijos de balar

Mi compañera de viaje y gran maestra, caminaba al frente con paso firme.
Ella era incluso más hermosa que las elfas, avía heredado la perfección de sus cuerpos, pero tenía cosas humanas que la hacían doblemente hermosa.
No era tan pálida como los elfos, y en vez de pelo blanco poseía una brillante cabellera negra que llegaba a la mitad de la espalda. Tenía el porte orgulloso de los elfos mesclado con un espíritu guerrero e indomable.
Algo especial era una de las únicas medio elfas o medio elfos, que no sentía ni odio ni inferioridad frente a los elfos verdaderos, solía decir.
-somos una raza distinta, no hay porque sentirse mal no somos ni mejores ni peores, simplemente somos diferentes y eso no tiene nada de malo.
Aviamos salido de la casa Airlit, rumbo al occidente cruzando todo el bosque de niebla para unirnos a un ejército mixto de Elfos, Medio elfos y Enanos Tuvilum. Juntos sumando unos tres mil a cuatro mil guerreros iríamos sin temor a enfrentar a los Orkos del poderoso reino de Trovok y podríamos llegar incluso hasta sus ciudades en las montañas del fin del mundo.
Liss mi maestra medio elfa estaba vestida con una ligera cota de malla, sobre la cual llevaba una túnica de tela verde oscuro. En la espalda portaba un gran carcaj de cincuenta flechas y un poderoso arco de tejo negro.
Al cinto un bello sable de Mitrill junto a un largo puñal elfico.
Yo por ser un medio elfo tenía una indumentaria algo distinta: cota de malla en Mitrill, capuchón de piel de oso color pardo con capucha, espada larga y ballesta de guerra con carcaj de cuarenta saetas metálicas.
Juntos nos veíamos verdaderamente formidables.
Un día mientras descansábamos junto a un árbol, le insinué que me gustaría ser su pareja. Ella me sonrió, no con desprecio como hubiera esperado sino con un poco de tristeza.
-Yamir- me dijo – podrías ser así, pero tenemos que ser inteligentes. Estamos en tiempos de guerra, puede que el destino nos separe o se lleve a uno de los dos muy pronto. Entonces el otro quedara totalmente destrozado, es mejor que sigamos como vamos, buenos amigos y colegas de lucha-
-además como maestra y discípulo- agregue yo sonriendo, ella se levanto negando con la cabeza mientras decía
-cuando voy a quitarte eso de la cabeza, ¿Cuántas beses tengo que decirte que ya no puedo considerarte mi discípulo? Tal vez ya hasta me superas-
-nunca Liss- le respondí – superarte seria como intentar igualar al propio Balar-.
Atravesar el bosque de niebla es una tarea que puede llevar de seis a ocho jornadas a buen paso, durante el camino se puede casar y beber agua de numerosos arroyos de aguas lentas y cristalinas.
Al sexto día, ya a menos de ochenta millas de rio frio, sentí pasos silenciosos, de inmediato desenvaine mi espada, Liss aunque todavía no oía nada, al verme sacar el arma tomo su arco y monto tres flecha una sobre la otra. Entonces oímos el conocido chirriar de los arcos al ser cargados.
-¡bajad vuestras armas!- ordeno un elfo en la antigua lengua (el Sindar) mientras salía de la espesura con un largo sable en la diestra.
A nuestro alrededor aparecieron otra docena de elfos apuntándonos con sus arcos de roble.
Todos vestían túnicas verdes lo que indicaba que eran guardines pues los ejércitos elficos siempre vestían ropajes blancos y armaduras brillantes con ornamentos en oro o Mitrill.
-¿dime quienes sois y de parte de quien nos detienen?- exigió Liss apuntando con sus tres flechas al rostro del líder que llevaba el sable.
-somos guadianés de Toll-Targos y tenemos la orden de detener a todos los extranjeros- contesto el elfo igual de calmo aunque sabía que su vida dependía del capricho de Liss.
-¿acaso Toll-Targos está en guerra con algún reino?- pregunte, el elfo me miro y respondió
-aun no, pero hemos recibido una amenaza de Varadar-Silm y sabemos que han empezado a reunir tropas en las cercanías de nuestros territorios-
Liss bajo en arco y guardo sus flechas en el carcaj, yo entregue mi espada y alce mis manos en señal de rendición. Los elfos tomaron todas nuestras armas y nos escoltaron sin maltratos hasta un campamento cercano.
-¿Varadar-silm?- pregunto liss al líder elfo, este asintió ceñudo y respondió.
-creímos que ya se avían calmado, pero no hace poco capturaron a cuatro hechiceros en nuestros territorios llevaban a quince apestosos Mekods y a siete prisioneros cuatro de ellos elfos, los nuestros liberaron a los prisioneros mataron a los Mekods y a los hechiceros se les perdono la vida, aun así a los pocos días recibimos la amenaza de guerra y ahora tienen a sus tropas preparadas cerca al límite entre los dos reinos- Liss escuchaba negando con la cabeza como consternada.
-no lo puedo creer- agrego Liss- atreverse contra ustedes en un momento tan critico donde lo que necesitamos es unirnos todos para luchar contra el reino de Trovok- el elfo sonrió con desgano y respondió
-mi señora, creo que los hechiceros no tienen ni la mas mínima intención de luchar con los Orkos, solo lo hacen y lo han acho cuando se meten directamente con ellos y solo con la intención de alejarlos.
Es mas se ha sabido de hechiceros unidos a Orkos y goblins en las montañas del terror-
-ósea- intervine yo – que ahora no solo no la tendremos que ver con Orkos y familiares sino también con los hechiceros-
El elfo sonrió y respondió
-eso solo depende de ustedes. Ustedes no son elfos y por lo tanto esta guerra nos les compete, pero de algo si estoy seguro, si esta guerra comienza estoy convencido de que nuestra reina superior ara un llamado y todos los elfos retornaran para luchar todos juntos contra los hechiceros- el rostro de Liss se ensombreció.
-¡no puede ser!- exclamo –entonces todas las tropas elficas que luchan en Gorod contra los Orkos se retiraran- el elfo asintió
-eso es terrible- dijo Liss –entonces esta guerra si nos compete y no solo a nosotros sino a todo Tulmek y incluso Ritrom. Allá en Gorod apuesto a que hay más de ocho mil elfos, si se retiran las tropas de Trovok romperán con facilidad el cerco y penetraran en Tulmek, eso sería el golpe final para nuestro mundo-
-si- respondió el elfo -entraran en Tulmek, eso es seguro pero aun así que os importa a vosotros vuestras tierras están muy al oriente de Tulmek. Los principales afectados serán los caballeros de Tumiv quienes siempre han sido muy indiferentes a estos conflictos, deberían ser ellos ahora quienes nos remplacen en Gorod, al menos mientras terminamos esta guerra.
-¿ya saben de lo que se les viene encima?- pregunte al elfo.
-no, no tenemos comunicación con ellos, siempre han sido muy distantes- respondió el. Liss y yo nos miramos durante unos instantes, como ablando telepáticamente, luego yo abre.
-creo que al menos hay que avisarles, puede que ajan algo y si no lo hacen al menos estarán preparados para asumir las consecuencias- Liss y el elfo asintieron.
-creo que nosotros podríamos servir de mensajeros- agregue finalmente.
-deben hablar con nuestro señor de Tool Targos- dijo el elfo terminando el dialogo.
Esa noche dormimos en el campamento de guardias y al amanecer cuando nos preparábamos para reanudar la marcha, Liss me hablo
-Yamir creo que sería una buena misión llevar ese mensaje-
-podríamos retornar con un ejército de caballeros- encime con positivismo.
Durante todo el día avanzamos con los elfos, nos avían devuelto las armas y charlábamos con ellos como si fuéramos viejos amigos, es extraño hablar con alguien que parece de tu edad pero que en realidad puede llevar cien, doscientos o más años en este mundo.
Al anochecer cruzamos el rio frio por un gran puente construido por los elfos hacia más de cuatro siglos. Este puente no era un paso de comercio y por lo tanto avía bastante soldados elfos custodiándolo. Alrededor bastantes elfos pescadores herreros o cazadores avían construido sus cabañas formando allí una pequeña aldea. Desde allí se podían ver las luces de Toll Targos en la noche como una gran estrella caída del cielo.
Tool Targos era una de las tres ciudades principales de los elfos y además la más prospera debido a su cercanía al rio frio y el activo comercio con el pueblo de los Navegantes.
Yamir, medio elfo



CAPITULO IV, Noche

Si no naci a lomos de in caballo es un milagro.
Hasta donde legan mis recuerdos, siempre he ido en caballo, primero detrás de mi madre, luego en un caballo de carga y ahora pasaría a ir en mi propio caballo, como un guerrero más del clan.
Podéis imaginaros la habilidad que puede tener una persona como jinete si cabalga desde niño, esta extraordinaria habilidad nos hiso merecedores del nombre Centauros.
Un centauro adulto es capaz de cabalgar sin riendas ni estribos en medio de una batalla, ordenar a su animal que embista Ulla o incluso ataque con feroces patadas. La genta dice que dirigimos al caballo con los pies, lo cual no es del todo cierto. Pues aunque si los utilizamos, la mayoría del tiempo podría decir que es como una comunicación telepática.
Un caballo o yegua nuestra nunca ha recibido un golpe de nosotros, solo de enemigos y en las batallas. No usamos ni zurriago no rama, menos espuelas. Pocas beses incluso las riendas las cuales estorban y estresan al animal, de esta forma el caballo es como un hermano del jinete y es tan grande el vinculo entre ambos que parecen un solo ser.
Cuando un joven centauro o centaura cumple cientochenta lunas (15 años) está listo para convertirse en adulto. Es una ceremonia muy importante de nuestra cultura, heredada de nuestros antepasados Los Hombres de Tulmegiv.
La ceremonia comienza con el regalo mas preciado, un caballo o yegua joven, luego el iniciado estrenara a su compañero en una carrera junto a los líderes, sus padres y los personajes importantes del clan.
Cuando cumplí mis cientochenta lunas mi padre se acerco muy solemne y me hablo así.
-mira tú guijarro- dijo entregándome una piedrita de plata perforada, con calma me quite el collar que tenia al cuello y enhebre la piedrita, con esta sumaban diez y ocho. Cada diez lunas metíamos una piecita.
- bueno hijo- continuo mi padre-a llegado la hora de tu ceremonia, pero muy bien sabes que lo único que tengo para darte es un caballo viejo que no cumple con las condiciones para este momento- yo lo mire sonriendo y le respondí
-no te preocupes padre, ya hable con el líder él me dará uno de sus potros.
Al otro día cuando cabalgábamos, el líder se acerco en su hermoso corcel blanco.
-compañero no creas que me olvido, esta tarde te daré tu animal y comenzaremos la ceremonia- me dijo animado.
- gracias, muchas gracias- le agradecí lleno de gozo
-acamparemos a orillas del rio Teglin, allí será tu ceremonia-
No cavia en mi gozo durante muchas lunas avía esperado ansioso este momento, siempre me avía parecido algo muy lejano y llegue a creer que nunca llegaría mas sin embargo el tiempo pasaba mas rápido entre mas crecía y de un momento a otro ¡cientochenta lunas!, no la creía ahora solo faltaban horas y tendría mi animal, mi hermano de vida un compañero de vida que solo la muerte podría quitármelo.
El tiempo pasó rápido y cuando menos pensé el líder dio la orden de parar.
-ven muchacho- me dijo en cuanto me vio y yo si dudarlo corrí tras él. Obviamente sabía cuáles eran sus animales y que solo tres cumplían con las condiciones para mi ceremonia, una yegua parda, un potro oscuro con parches blancos y por ultimo otro potro totalmente negro como la noche con espectaculares ojos verdes pero un temperamento rebelde e indomable.
-escoge uno- me dijo el líder, me sorprendió que dejara la decisión en mis manos.
Todos pastaban tranquilamente, menos el potro negro que resoplaba y coceaba como endemoniado, el líder me miraba divertido como yo pasaba la vista de un animal a otro. Luego susurre lentamente.
-el potro negro- el líder sonrió
-¿te crees capaz de manejar ese animal?- me pregunto burlón
-no intentare manejarlo-respondí- intentare comprenderlo y hacerme su amigo- el lider enarco las cejas sorprendido por mi respuesta y luego estallo en una sonora carcajada.
-¡así se habla, así es amigo mío!- después de calmarse un poco continuo
-yo hubiera escogido al mismo, ahora, ¿Cual es tu nombre?-
-Awer de bajo Tulmek-
-¡bueno Awer!- grito el líder esta vez para todo el clan-¡ya as recibido tu animal tu compañero de vida tu hermano!-
Lentamente me acerque al potro negro, este se inquieto pero al sentir mi calma acepto mi cercanía, tome su cuello que vibraba inquieto, me acerque a su oreja y le susurre.
-de ahora en adelante, te llamaras Noche-
El líder me obsequio también una silla ligera y yo mismo enjalme a Noche ignorando riendas y estribos. Cuando salte a su lomo ya todos estaban preparados, el líder sus dos segundos, mis padres y los dos mejores guerreros.
-rodearemos aquel montículo y retornaremos al campamento- dijo el líder, un hombre a mi izquierda hiso una señal y todos salieron al galope, Noche solo trotaba lo que causo las risas y bromas de los presentes, me recosté sobre él y le dije.
-vamos Noche, galopa demuestra lo que eres capaz de hacer- fue algo casi mágico, mi animal entendió lo que le dije y fue acelerando poco a poco hasta terminar un galope frenético, tuve que agarrarme de la silla para no salir despedido, pero no tarde en soltarme, debía demostrarle confianza a Noche.
No tardamos en dejar atrás a mi padre y los dos segundos, luego superamos a uno de los mejores guerreros que gritaba
-¡animo Awer, tu puedes tu puedes!-
Deje al otro guerrero justo al rodear el montículo, ya solo mi madre y el líder seguían frente a mí, ambos excelentes jinetes uno junto al otro.
Noche comprendió el propósito de la alocada carrera y acelero aun mas, me sentía casi volando la hierba y los arboles pasaban junto a nosotros zumbando, el viento alborotaba las crines de Noche y mi desorganizado pelo.
Poco a poco fuimos acortando la distancia y por poco ganamos, pero al menos tuvimos un tercer puesto por una diferencia de menos de treinta metros.
El líder estaba feliz aunque avía sido derrotado por mi madre.
-excelente Awer, nunca creí que ese animal fuera a cabalgar tan rápido y supuse que te quedarías con un deshonroso ultimo lugar, y tu- dijo ahora a mi madre- nunca avía tenido un rival tan bueno, tu y esa yegua son una gran pareja, si no me creen miren a mi corcel sudo a cantaros y aun así tuvo que conformarse por primera vez en su vida con un segundo lugar-
AWER, Centauro

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